lunes, 23 de noviembre de 2015

El ser músico cristiano

El día de hoy, 22 de noviembre, desde hace más de 300 años se celebra en el mundo el día del músico. Por eso, me decidí a dedicarles a mis contactos músicos de mi face unas cortas palabras de felicitación y de ánimo en este trabajo. Sin embargo, me puse a pensar algunas cosas que atañen a este polémico llamado ministerio, y me animé a escribir este post pensando en plasmar mis pensares. 

Empiezo por aclarar que mi deseo con este post es hablar del ser músico desde lo cotidiano sin entrar en terrenos profundos ni en estudios bíblicos porque sobre estos hay bastante material bibliográfico de excelente calidad y de muy buena fuente e inspiración, y mostrar algunas facetas que sólo conocen quienes son músicos. 

En las iglesias, el ministerio musical (debatir si es o no un ministerio, está fuera de este post) es uno de los más vistosos y sobresalientes de la iglesia y, por ende, es quizá el ministerio del que más se habla en la iglesia ya que, junto con el del pastorado, es el que comparte altar, aunque hay iglesias donde los músicos no pasan al altar o están en partes alejadas del él, pero, eso es irrelevante, la cuestión es que, el ministerio musical hace parte de la liturgia y del servicio de adoración y alabanza en las congregaciones y en las actividades que se realicen con el mismo fin, exaltar y adorar a Dios, y todos, sean músicos o no, sabemos cuán agradable es cantarle a Dios cuando hay buenas canciones, buen sonido, buenos músicos. 

Pero, se han puesto a pensar ¿qué es ser un músico o cómo piensa o siente él? ¿Saben por lo que ha tenido que pasar un músico para pararse en un lugar y tocar muy bien las canciones del servicio intentando ser virtuoso en su instrumento? ¿Saben Uds. qué canciones son fáciles o difíciles de tocar? ¿Saben qué se tiene qué hacer para poder ejecutar una canción? Es difícil saberlo y entenderlo. En cambio, un músico sí sabe las respuestas a las cuestiones porque ha pasado por un proceso muy diferente al que pasa el resto de los ministerios de las iglesias. Y lo digo con seguridad porque el único ministerio que no he ejercido durante mis años de servicio ha sido el de damas, por obvias razones. Así, entonces, nos queda resolver esas cosas que muchos no saben y uno que las sabe, no las cuenta muy seguido y menos en un post.

Muchos de los que se hacen llamar músicos, no saben qué sería de ellos a estas alturas si no fuera por la música, no se sabría si se estaría sirviendo a Dios en otro ministerio pues en muy pocos se hallan porque los músicos tienen en común que, si no bien todos, sí la gran e inmensa mayoría, son seres "especiales", tienen algo que los identifica y diferencia (sin dar a entender que esta diferencia es la más importante o que son superiores por ella). Puede ser por naturaleza, por decisión, por vocación, por profesión, puede ser por el motivo que sea, pero de lo que estoy seguro es que se está en la música por gusto y por pasión. Aunque hay muchos que aman la música pero, al parecer la música no los ama a ellos, pero, bueno, lo que importa es que ahí se está, en el extraño y particular mundo de los músicos que nacen o que se hacen. 

Hacerse músico. Una de las grandes metas que se tienen cuando se empieza este camino. Muchos empiezan con ánimo, con ímpetu, con energía, pero, cuando se dan cuenta lo complejo que es ese arte se desaniman y se apagan, porque ser músico no es para todos. Muchos de nosotros conocemos a varios que han intentado aprender a tocar un instrumento pero no lo han logrado y tienen sus pianos, sus guitarras, sus bajos o sus baquetas de lujos en sus casas que de vez en cuando les recuerdan que no han sido capaces de lograr lo que una vez se propusieron, pero bueno, allá cada cual. 

Los otros, los que no se han desanimado, los que han sido apasionados y han decidido seguir pese a las dificultades, tienen que enfrentarse a aprender siquiera tres cosas básicas: tocar el instrumento, conocer la teoría y desarrollar y disciplinar el oído, y ninguna de las tres, lo digo con conocimiento de causa, es fácil en lo mínimo. La primera es complicada porque se debe tener agilidad, destreza, pulso y tiempo, cosas que se consiguen con una rigurosa disciplina y con años de práctica. La segunda, la teoría, el lado tedioso de la música, en algunas ocasiones aburrido dependiendo de los estados de ánimo que embargan al momento de estudiar, y se intenta sacarle el quite porque en algunos aspectos es como matemáticas que hay que estudiar para conocer el complejo mundo de los sonidos y las escalas, los grados, los intervalos, en fin, para conocer la conformación de las notas que son las que al fin de cuentas suenan en una canción. Y la tercera, la disciplina del oído. ¡Wow! Hablo en mi caso personal, qué cuestión tan complicada. 

Saber, en muchas ocasiones sin tener instrumento a mano, en qué nota está la canción y cuál es el resto de notas que se usan en la ella. Es decir, basándose en una escala, en qué nota se está y para dónde cae ahora, para dónde se va después, y luego para dónde agarró, qué notas se usan en la introducción, en el coro y cuáles en las estrofas, y cuando cuando uno siente que ya está cogiendo las notas de la canción, aparecen algunas canciones que cambian de escala o simplemente usan unas notas muy extrañas que nuestro oído no es capaz de captar y se nos enreda el asunto en nuestro cerebro, algo así como cuando uno busca una respuesta durante mucho tiempo y cuando ya la tiene entonces cambian la pregunta, o se siente como un sancocho de sonidos que uno no sabe cuál es cuál pero que hay que descifrar para que la canción suene bien y suene adecuadamente en los servicios y en las presentaciones. De ahí que uno se mata la cabeza sacando tiempo y días, forzando el oído y las manos, y las preciosas apreciaciones que uno oye son que los músicos tocan mal. Pero, bueno, eso es pasable para lo que el músico tiene que pasar. 

Ahora bien, a algunas personas, desarrollar esas tres cosas fundamentales, el instrumento, la teoría y el oído, no les queda complicado, pero, no es el caso de todos. Por lo menos, en lo que a mí respecta, aunque sé muy bien que no tengo un oído absoluto y exacto, oso decir que tengo un oído relativo que es el que necesita un nota o un acorde como punto de referencia para relacionar el movimiento de las demás notas de la canción sobre él, puedo decir también que no me ha sido fácil sacar acordes de algunas canciones y que he demorado horas o días intentando no averiguar el acorde por internet y sacarlo a oído. En algunas ocasiones lo logro, en otras me toca averiguar con otros músicos o ver uno que otro vídeo en youtube, aunque, les confieso que no me gusta de a mucho y que procuro no hacerlo, pero mi oído a veces no está bien adiestrado como el de muchos de mi amigos y colegas músicos a los que les admiro el oído y su talento musical. 

Como experiencia personal, les cuento que durante mucho tiempo intenté sacar el tercer acorde de la estrofa de la canción Damos Honor a Ti, y no fui capaz, fui un fracaso. Ese acorde me quitaba el sueño, no me dejaba en paz, hasta que preferí comprar las partituras originales directamente en Bogotá y salir de la duda. Cuando me llegó la encomienda, lo primero que hice fue abrir el libro y buscar el acorde que tanto me fregó el oído, y cuando lo vi, me dije: "Jamás lo hubiera sacado a oído" pues no había trabajado esa composición de acordes. Pero, bueno, era algo que les quería contar.  

Continuando con lo anterior y al llegar a este punto, después de sufrir en ese momento en que se ha pasado a tocar por primera vez en la que se siente que literalmente uno se orina ahí parado en el altar, ya han pasado muchos años en que se ha tenido que dedicar a ensayar, a practicar, a estudiar teoría, a escuchar una cantidad de canciones, a averiguar acordes, a analizar armonías (notas), a estudiar patrones rítmicos y a desarrollar el oído, algo así como desayunar, almorzar y comer música por muchos años. Asunto que no es tan riguroso en el caso de quienes son ujieres, maestros de escuela dominical, directores de cultos, evangelizadores y hasta pastores... y en ningún momento pretendo restar importancia a tales ministerios porque sé que quienes lo hacen deben prepararse muy bien, deben estudiar, deben dedicarse a lo concerniente, deben aprender y deben dedicarse a lo suyo. 

Ahora bien miremos esto, el pastor puede decirle al hermano que desee que algún momento le dé clases a los niños; podría decirle a alguna líder que lea la Biblia, ore y dirija el servicio; podría escoger a alguien para que predique en su ausencia; podría escoger a algunos hermanos leales y decentes para ser ujieres, pero no puede escoger al azar y de sorpresa a alguien para que toque las canciones del servicio, se debe escoger a un músico. Y, aunque, reitero que no es mi deseo quitar importancia a los demás ministerios, debo reconocer que estudiar el arte de la música para ponerla al servicio de Dios como los demás ministerios, es un trabajo arduo de años y de dedicación casi total. Claro, hablo del caso de los músicos que están enfocados en la música, no en el que sabe tocar algunos acordes básicos que no sabe o no recuerda, en unas hojas y que hacer sonarlos. Y aunque, no demerito el trabajo de esos músicos, no puedo ser injusto de ubicarlos al nivel de exigencia que los demás han tenido pues eso se nota y se percibe al oír una canción tocada por un músico que se ha dedicado y por otro que no. 
  
Ya cuando se ha logrado sobrevivir y se ha pasado quizá a ras las tres cosas básicas a aprender y se ha logrado desarrollar parte del arte de la música, empieza la problemática que tienen muchísimos músicos cristianos de hoy, incluyéndome. Esta es un ánimo que se alza por haber logrado superar esas etapas básicas en la música que en un primer momento nos hace estar felices y complacidos pero que después se convierte en unos humos que suben hasta el grado de volverse orgullo, y no es para más pues se siente un privilegio muy bonito empezar a ser músico. Unos saben controlar la excitación, pero muchos se crecen y se empiezan a creer un poco más que los demás, y se empieza a ver y a analizar a los demás músicos con un oído estrictamente crítico con el fin de compararse y medirse, y ahí empieza a dominar el espíritu de competencia entre los músicos. Y para no quedarse atrás en talento, en virtuosismo sólo se enfrascan en la música convirtiéndose ésta en casi el todo de la vida, y no es que eso esté mal, sólo que se empiezan a desenfocar algunas cosas y se empiezan a cambiar prioridades y a poner la música sobre esencias fundamentales del ser cristiano generando ciertos dolores de cabeza. Algo así como convertirnos en las ocupadas, afanadas y turbadas Martas y olvidamos escoger la mejor parte que no nos será quitada y que es necesaria, nos olvidamos de ser las siervas Marías. 

Así, muchos de los músicos que se han superado y han progresado en el arte de la música entran a ser llamados salmistas y empiezan a sentirse necesarios y el comportamiento empieza a cambiar pues se inflan. Empiezan a ser voluntariosos, arrogantes, a quienes no se les puede decir nada porque empiezan a arremeter, se vuelven egoístas, ya no son los mismos que empezaron unos años antes a caminar por el sendero de la música y cual adagio popular que dice que al cura se le olvida cuando fue sacristán, parece que a los músicos les casa perfectamente. De este modo, se inician músicos bien adiestrados en el arte pero mal formados como ministros de Dios, pues se ha dado más importancia a la música que al Dios y creador de la música, y mientras en la música se intenta saber organizar y combinar los sonidos por medio de la melodía, la armonía y el ritmo, la vida cristiana se empieza a desorganizar siendo la armonía entre músicos el ingrediente que más escasea, y eso que no se ha llegado a ser músicos de renombre famosos e internacionales. 

Ya tocar en la iglesia no es importante, ya se desea tocar en presentaciones, en conciertos, en plazas donde haya gente que oiga tocar y que puedan admirar por el modo de tocar, por las técnicas que se han desarrollado, en fin, todo se convierte en sólo música. Todos conocemos a muchos músicos con quienes no se puede tener una conversación normal porque resultan hablando de música, de canciones, de bandas, de ritmos, de ensayos... Cuando se está con muchos de esos músicos en algunas presentaciones donde tocan más músicos y más bandas, muchos hemos sido testigos de que los músicos tienen a hablar mal de los demás músicos que están en escena, porque muchos de ellos no van a adorar y a alabar a Dios sino que van a oír tocar a los demás músicos para después despedazarlos con sus comentarios. Lo digo porque sé que es así, he sido uno de ellos, he pasado por eso y conozco a demasiados músicos que son así.Tengo que confesar que es algo muy difícil de dominar pues nuestros humos nos preceden.

Sin embargo, hay quienes han logrado salir de la ceguera que producen los humos y la neblina que brotan del ser músico, y  cuando logran ver las actitudes que están teniendo la gran cantidad de músicos se alarman y se dan cuenta lo equivocados que han estado y lo lejos que han estado de la esencia de ser un músico cristiano, pues se han quedado sólo en ser músicos. Al parecer, podría ser madurez ministerial o personal, lo que importa es que, algunos hemos intentado salir de esa burbuja en que hemos estado atrapados por algún tiempo donde sólo nos ha importado nosotros mismos y nuestro ministerio. Sin embargo, reitero, no ha sido fácil disipar esa pesada atmósfera. 

Ahora bien, pienso que, todos tenemos responsabilidad en que la nueva generación de músicos sea así, y me pregunto, ¿qué se debe hacer con los músicos que son así? Y reflexiono en que la iglesia no debe ser tan permisiva en muchos de los malos comportamientos que tienen los músicos, deben ser sabios en el proceso que les deben hacer pasar para alcanzar la madurez, tampoco irse al extremo como suelen hacer muchas congregaciones que sientan a los músicos durante seis o siete meses por trivialidades, pero sí mantenerlos en constante corrección por sus mal accionar. 

Por otra parte, los que son amigos de músicos y los han visto obrar mal en acciones arrogantes y orgullosas en la música, deben mostrarse amigos y tener espíritu de mansedumbre y de hermandad y corregirlos y hacerles ver que lo que hacen o dicen no está bien. Si es necesario exhortar a muchos músicos por sus malos comportamientos, háganlo, claro está, con amor y cariño, será bueno hacerlo pues debemos exhortarnos los unos con los otros para que no seamos endurecidos sino que aún seamos sensibles, y sobre todo, ministros de Dios.  

Al resto de los demás, los líderes, los pastores, la familia, los que no son músicos o los que tienen ese sueño frustrado les aconsejo que:

  • No nos critiquen, aunque sería la paga por las millones de críticas que hemos hecho contra otros músicos, pero, ahí está el reto.
  • A los líderes y pastores les pido que a los músicos les enseñen Palabra viva, que les hagan seminarios, que los involucren en actividades espirituales, que los animen y motiven a buscar a Dios y a hacer las cosas bien para Dios y a ser no sólo un músico, sino un músico cristiano. 
  • No nos adulen exageradamente porque eso puede causar daño en quienes no saben manejar sus pasiones y emociones. 
  • Si hay algo bueno que decir en lo que hacemos con la música, que nos digan pero procuren no alzar el orgullo, lo sabremos agradecer.
  • Cuando pequemos, exhórtennos con espíritu de mansedumbre considerándose como a ustedes mismos tal como lo enseña la Biblia. 
  • Téngannos paciencia y tolérennos un poco de locura porque un músico sin ella es frío.
  • Apóyennos en nuestros proyectos pues no se imaginan Uds. el ánimo que nos dan cuando nos apoyan en nuestras ideas por descabelladas que sean.
  • Corríjannos cuando sean necesario, mostrándonos qué estamos haciendo mal.
  • Invítennos de vez en cuando a comer algo rico o a una salida, eso es gratificante como paga nuestra labor en las iglesias pues hay partes donde invitan a tocar y no dan literalmente agua. 
  • Cuando nos inviten a algunos eventos, hay muchos músicos que no cobramos una tarifa definida sino que estamos abiertos a que nos den lo que les nazca pero, en muchas ocasiones no les nace sino la empanada con gaseosa, y a veces uno espera algo más que eso, pues en muchas ocasiones sacar las canciones que piden para los eventos son exigentes pero como muchos no saben de música creen que las canciones que piden son solo de cuatro notas básicas sencillas de tocar. Saquen algo para los músicos, así se trabajaría con más gusto pues no hay que olvidar que es un servicio que se está prestando para un evento particular llámese campaña, campamento, aniversario, confraternidad, cruzada, concierto, vigilia, congreso...
  • Ayúdennos cuando por nuestra errada manera de actuar nos emproblemamos, seremos agradecidos y muy probablemente cuando nos necesiten para un cumpleaños o una serenata romántica podremos ponerle un toque especial a esos únicos momentos.
  • Oren por nosotros y por el ministerio musical de la iglesia. Muchos debemos reconocer que cuando la música es buena en la iglesia nos motiva, nos alegra y hasta nos hace sentir complacidos por el ministerio musical de nuestras iglesias, pero cuando la música es mediocre nos corta hasta la comunión en adoración con Dios y hasta nos indispone. 
  • Por último, ámennos, apréciennos y ayúdennos. Juntos podemos seguir la carrera de la fe de la mejor manera. 




Dios los bendiga. 

Con mucho aprecio, Joseph Quiroz 

#SinfoniaDeSalvacion 

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